10 mayo 2014

Los públicos del arte. Bruce Watson



Los públicos del arte

Bruce Watson



Valor intrínseco: actitud positiva. 


Esta categoría puede definirse como la del público del "arte por el arte". Compuesto de artistas, coleccionistas, mecenas y expertos, este público es el que está más cerca del acto creador. Por otra parte, es aquel en el que la interacción tiene el carácter más íntimo, pues sus miembros a menudo se conocen muy bien, ya sea en el marco de una comunidad o bien en el plano internacional (como ocurre actualmente). Esta intimidad deriva de una profunda adhesión al arte; incluso se trata, casi siempre, de una manera de vivir. En este sentido podemos admitir, con Kenneth Clark, que "el arte es creado por una minoría para una minoría" Ya se sabe que la historia del arte muestra frecuentes casos de relaciones muy estrechas entre pintores y mecenas. En la sociedad contemporánea, el artista se ha liberado de esa dependencia tradicional respecto del mecenas, y tiende a imaginarse, con cierto romanticismo, como un puro espíritu. 


En realidad depende, como muchos otros, de la economía de mercado. A este respecto, un pintor dio una respuesta significativa, declarando que poco le importaba quién compraba sus telas: de todos modos, se trataba de alguien anónimo. En la economía de mercado, los contactos entre el artista y los directores de galerías, los conservadores de museos, los coleccionistas, los hombres de negocios y los demás artistas que pueden favorecer esos contactos no son solamente deseables desde el punto de vista artístico; también corresponden a una necesidad económica. Son, en efecto, las personas que pertenecen a esta categoría las que estimulan al artista, compran sus telas y hacen su reputación. No obstante, todos esos intereses están organizados en función del arte y volcados a él, con el fin de hacer prosperar la actividad artística.


Valor extrínseco: actitud positiva. 


Esta categoría corresponde a lo que se puede llamar el público del "arte considerado como medio de distracción". Comprende a las personas que buscan ocupar su ocio. Esa actividad no es un fin en sí, sino un medio de establecer o de mantener relaciones agradables, por ejemplo en familia o entre amigos. Frecuentemente es una pura casualidad que, para lograrlo,
se piense en visitar una exposición artística. Un museo científico, un acuario o un cine llenarían, igualmente, esa necesidad. Este carácter aleatorio contribuye a que este público sea el más difuso de todos, y a que sea el que menos posibilidades tiene de asistir al surgimiento de un sentimiento general de comunión entre sus miembros: no tienen ninguna necesidad de expresar sus sentimientos latentes, ni de emitir una opinión sobre las obras de arte. En realidad, cuando los miembros de ese público visitan una exposición, es muy posible que miren muchas obras, pero es muy poco lo que ven. Esas visitas son para ellos simplemente un pasatiempo distinguido. El carácter difuso de este público se explica asimismo por su importancia numérica. La importancia numérica de este público y el carácter efímero del contacto reducen la posibilidad de formas más íntimas de interacción y de comunicación. 


Valores intrínseco /extrínseco: actitud positiva.


Se trata, en este caso, de las personas que se interesa» en los aspectos educativos del arte. A pesar de un parentesco de actitud con el público que busca en el arte una distracción, este otro público se siente atraído por valores muy diferentes como estudiar y a instruirse; para ellos, el arte era un medio de alcanzar un objetivo de orden educativo, lo que no les impide sentirse profundamente interesados por las obras expuestas. El público del "arte considerado como medio de educación" se origina a menudo en alguna forma de asociación preexistente. Tanto los alumnos primarios como aquellos que siguen cursos de educación artística en algún establecimiento secundario o en la universidad pertenecen generalmente a esta categoría de público, cuyos miembros se recluían también entre los visitantes de museos (a menudo ;se ofrecen conferencias en estos establecimientos, en ocasión de exposiciones). Algunos museos llegan a organizar regularmente cursos consagrados al trabajo de taller, a la apreciación de las obras de arte y a elementos de la historia del arte. Es aquí donde aparecen ciertos rasgos ¿atípicos en el público del "arte considerado como medio de educación". Ese motivo puede servir para disimular otros valores y otras actitudes. Algunos, con el pretexto de estudiar la historia del arte o de cultivar el gusto, o de iniciarse en el trabajo de taller, buscan en realidad distraerse. También existen personas que preferirían pertenecer a la élite en lo referente a estética, y que no obstante, por temor a que se les impute esnobismo, se unen al público del "arte considerado como medio de educación".



The Armony Show en Nueva York



Valor intrínseco: actitud negativa. 


En la Europa del siglo XIX, y particularmente en Francia, esta categoría de público habría estado constituida por los defensores del arte "académico". Para estos espíritus conservadores el arte es aquéllo que concuerda con las normas preestablecidas del gusto. Contra este tipo de público reaccionaron un gran número de artistas franceses, de Gourhet a Gauguin. Un dibujo realista, temas históricos o alegóricos y un estilo preciso era aquello que debía caracterizar a lo que se consideraba el gran arte: en una palabra, se suponía que el arte debía ser una imitación de la naturaleza. En nuestra tipología consideramos seudocrítica a esta ciase de actitud. Su valor es intrínseco y proviene de una profunda adhesión a cierto género de arte.


No obstante, va acompañada de una actitud negativa, porque toda obra que se aparte de esa forma de arte es considerada mala o no artística. Sería un error creer que ese tipo de publico es una supervivencia del pasado. Es posible encontrar, por lo menos en los Estados Unidos, numerosos ejemplos que denuncian regularmente todas las innovaciones artísticas. Lo que falsea la actitud crítica de esta gente es que rechazan o son incapaces de comprender la naturaleza de la experiencia artística, y tienen una concepción errónea de la historia del arte, en virtud de la cual se consideran depositarios de los cánones de la Grecia clásica, del siglo xvil francés y de la tradición neoclásica. En virtud de la intensa carga afectiva de las criticas que formulan y que se expresan en términos tan vivaces como "degenerado" y "corrompido", ese público puede concebir un sentimiento de comunión, que sólo es superado por el del público del arte por el arte. Es difícil, por ejemplo, ubicar en la misma categoría que los seudoeríticos a un crítico moderno como Clément Greenberg, que fue uno de los primeros y más firmes defensores de Jackson Pollock y del expresionismo abstracto 


Valor extrínseco: actitud negativa. 

El interés que este público siente por el arte es manifiestamente un pretexto que encubre la búsqueda de valores que nada tienen que ver con el arte. Los miembros de este público pueden desear frecuentar a los artistas, y hasta coleccionar sus obras; pero lo que en realidad les interesa no es el artista ni la obra: es el éxito mundano que pueden obtener con esas actividades y esas relaciones. Por esa razón se dice que esas personas son "buscadores de prestigio" La actitud negativa de este público proviene de su falta de interés profundo por el arte; no se preocupa más que de figurar en la vanguardia del gusto. Incapaz de fidelidad, busca incesantemente nuevos artistas y nuevos movimientos artísticos que admirar. "Actualmente —declara uno de los artistas interrogados— el coleccionista es alguien que sólo piensa en la figuración social; para él es una necesidad vital". Como dijo John Canaday, "esos compradores, en busca de la cultura del momento, encuentran satisfacción en el artículo seudoesotérico que responde a su necesidad general de prestigio".


Valores intrínseco /extrínseco: actitud negativa. 


Podemos tener una idea de esta última categoría de personas recordando la declaración de la señora Sheffield: el Armory Show hacía peligrar la moral. Se trataba, evidentemente, de una reacción negativa, muy frecuente en esa época, aun por parte de los sociólogos. Algunos años antes, E. A. Ross había escrito que el arte debería ser un faro para el personal moral, y había condenado lo que consideraba movimientos decadentes de expresión subjetiva imputables a individuos atacados de "egomanía". Este tipo de actitud no ha desaparecido completamente en nuestros días. En 1953, en Dubuque, Iowa, The pocket book of oíd masters fue retirado de las estanterías por considerárselo obsceno y perjudicial a la moralidad pública, a causa de las reproducciones de desnudos que contenía. La actitud negativa de esta categoría de público proviene de la creen cia de que el arte sólo debería representar ciertas categorías de temas. Por la adhesión de este público a esa forma de arte, los valores que defiende pueden ser considerados, en cierta medida, intrínsecos y favorables a las tendencias de lo que hemos llamado el público seudocrítico. Por otro lado, esa adhesión se ve reforzada por el valor extrínseco, que hace considerar al arte como un medio de elevar la moralidad. Por eso podemos llamar "didáctico" a esta clase de público de arte. 










Tomado de:
WATSON, Bruce: "Los públicos del arte". En: SILBERMANN, A. et. al. (1971) Sociología del arte. Bs. As. Nueva visión, p.190-195.