Psicopatía
Adolf Guggenbühl-Craig
La invalidez puede ser un fenómeno periférico o puede asumir una posición central en la vida de un individuo. Una variante de la invalidez central es la que sido llamada "Psicopatía", un diagnóstico psiquiátrico actualmente fuera de moda. Su significado se asume como una variante congénita de la personalidad que lleva al sufrimiento personal y social. Examinemos hasta dónde el alcance de la psicopatía se relaciona con una de las formas más básicas de la invalidez, la invalidez del Eros. Si Eros es viso como el factor que hace a cualquier arquetipo ser creativo, humano y positivo, incluyendo el de la invalidez. ¿Qué sucede cuando el locus de la invalidez es el mismo Eros?.
La psicopatía no es un diagnóstico de moda. La palabra se ha convertido en un insulto y es muy utilizada entre la gente común, médicos y psicólogos. Aunque, en definitiva, el término tiene defectos, parece hablar de la fantasía de muchos y, en apariencia, conlleva ciertas implicaciones psicológicas. Psicópata, Psicopatía, vienen del griego Psique: alma y Pathos: padecimiento. Un psicópata, entonces, es aquel que está mentalmente enfermo. Pero ya no se utiliza en ese sentido; ahora implica inmoralidad, inestabilidad, desconfianza e incluso criminalidad. Aun aceptando las implicaciones consecuentes de esta última versión, la diagnosis es muy poco usual.
Desde sus comienzos, la literatura ha reportado esta curiosa forma de invalidez llamada psicopatía. Ciertamente, nuestra fascinación por el fenómeno radica en el hecho de que al estudiar la psicopatía aprendemos de nuestra propia naturaleza psicopática y nos damos cuenta de la invalidez y límites propios. Nos fuerza a considerar el porqué no somos amorales, a pesar de que todos tenemos tendencias hacia la amoralidad. Consideramos nuestros sentimientos, preguntándonos acerca de la naturaleza de la ética y el amor. La psicopatía es una herramienta con la cual podemos entendernos mejor.
Mi punto de vista de la psiquiatría en general y de la psicopatía en particular, ha sido condicionada por los hermanos Bleuler, Eugen y Manfred. Este último dio la descripción de psicopatía que es comúnmente ahora más aceptada. En una definición clara y concisa. Describe la psicopatía como: "Una variante congénita del carácter, que lleva a dificultades sociales y sufrimiento personal" Podemos ver en esto lo amplio que ha llegado a ser el término. Ya no se identificaba más con la debilidad moral, siendo ésta tan solo una posibilidad del síndrome. Manfred Bleuler consideró al psicópata como aquél quien, de nacimiento es extraño y anormal, características causantes de dificultades entre el individuo y aquellos que lo rodean. Sin embargo, no es la naturaleza de su carácter le causa un sufrimiento personal así como problemas sociales. Bleuler enfatizó que a pesar de parecer que el diagnóstico es solo producto de su medio ambiente, ese no es el caso. Como regla, continuó, el psicópata tiene una influencia negativa desde un comienzo sobre su medio, aunque lo contrario parece ser también verdadero. Como niño, el psicópata puede relacionarse con su madre solo hasta cierto punto y puede, por esa misma razón, ser rechazado por ella. Él no se convierte en psicópata porque su madre lo rechace, sino al contrario, es rechazado porque es un psicópata, porque algo en su carácter repele a su medio ambiente.
Bleuler además apuntó que el daño cerebral, debido a enfermedad o accidente, puede resultar en un síndrome similar a la psicopatía. Lo contrario, por supuesto, es falso. Por otro lado, aquellos que sufren de daño cerebral no siempre exhiben características de psicopatía. No señalo esto por su interés teórico. Un daño cerebral mínimo es, con frecuencia, diagnosticado en niños con problemas de comportamiento, pero no es un indicativo de que ellos sean psicópatas.
¿Nacemos como la tabula rasa que describió John Locke, una masa de cera caliente donde el paso del tiempo y las experiencias dejan sus huellas?, o ¿las características, rasgos y peculiaridades de cada individuo están presentes al momento del nacimiento? ¿Qué factor es más determinante en el desarrollo humano: lo hereditario o la influencia del medio ambiente? Si fuera posible explicar lo que hay en nuestra unicidad individual solo por herencias e influencias del medio, no quedaría espacio posible para la independencia del alma. Debe haber otro factor, un tercer elemento, que no es heredado ni explicable como la base de influencias externas.
Bleuler presentó una lista de los diferentes tipos de psicópatas. Recuerdo al lector que el psiquiatra inglés Richard asumió que hay tantas formas diferentes de enfermedad moral como existen rasgos del carácter. Los psiquiatras alemanes establecieron también largas listas descriptivas. Deseo señalar brevemente los tipos de Bleuler.
Existen los así llamados psicópatas inestables, aquellos que están sujetos a la más mínima influencia, quienes cambian su forma de pensar a cada minuto y que no pueden ser tomados en cuenta. Son como hojas secas al viento, vuelan de un lado a otro. Bleuler también describe al tipo que pide atención, quienes siempre están tratando de parecer mejores de lo que lo son. A menudo estafadores e impostores, quienes no sufren nunca de problemas de conciencia. Están también los llamados psicópatas sensitivos. Son personas que se ofenden e irritan fácilmente, que siempre se sienten insultados, desconfiados y sospechan de enemigo en cada uno de los que conocen. Cualquier comentario lo interpretan como si hubiera sido hecho contra ellos, como una expresión de mala voluntad. Como regla, son extranjeros al mundo y sobreviven a duras penas las crueldades de la vida. Son narcisistas y egoístas y mientras que es muy fácil que se sientan insultados, nunca notan cuando ellos han insultado a otros.
Otro tipo de psicópata es el que Bleuler denominó no emocional, en el que reconocemos cualidades de enfermedad moral. Pocas veces muestran algún sentimiento. Es poco agradable pasar el tiempo a su lado, uno siente en ellos un cierto tipo de vacuidad interna, dado que no aportan nada a la relación. Bleuler etiquetó también un tipo más: el excéntrico. Mientras que en realidad no están enfermos ni esquizofrénicos, su proceso de pensamiento es inusual y uno tiene dificultad para identificarse con ellos en un nivel emocional. Parecen vivir en un estado de alucinación, tener un buen sentido de la realidad, pero nunca están en completa armonía con su medio ambiente ni con quienes lo rodean. Muchos son miembros de sectas religiosas o partidos políticos extremistas. A menudo con motivo de burla, rechazados e incluso despreciados por su excentricidad.
En la lista de Bleuler encontramos el término pseudología fantástica, gente que de manera continua miente, sin tener motivo tal para hacerlo. Su relación con la verdad está tan distorsionada que mentir se convierte en una necesidad compulsiva, aun donde ellos quedarían mejor servidos al decir la verdad. Ellos mienten, sea en su beneficio o no. Fantástica no implica que lo que ellos dicen sea tan fuera de lo ordinario. La mentira parece por completo sin sentido y compulsiva.
Pseudo fantástica suena algo exótico y es una condición relativamente extraña. Por otro lado, con frecuencia encontramos pseudología, mentir sin el componente compulsivo. Muchos de nosotros no ponemos demasiada atención en lo que es verdadero y lo que es falso, no porque seamos inmorales, sino porque en ocasiones la verdad no es algo que sea, en primera instancia, de gran valor. A menudo toma tiempo reconocer la falsedad en otros. De alguna manera, aun si mentimos a veces, la verdad se considera, finalmente, importante; pero así como hay personas incapaces de percibir los colores, algunos son también ciegos, ajenos, a la verdad.
Este diagnóstico algo pasado de moda, la neurastenia, es también considerado una forma de psicopatía. Los neurasténicos se cansan rápido y son muy propensos al enojo. Se les describe como nerviosos y algo desposeídos de sentimientos. Otra forma de psicopatía es el derrochador, aquel que parece no poder mantener nada. Las posesiones materiales no significan nada para ellos, viven al día. Tan pronto como tienen algo lo derrochan y, en consecuencia, están siempre con necesidades. Bleuler también describió el tipo errante, vagabundos que no pueden estar en un solo lugar ni en una sola relación. Los bobos con frecuencia caen en esta categoría. También señala a los pendencieros crónicos, gente que están disconformes con todos en todo; son frecuentemente encontrados en las cortes penales de un juicio a otro, disputando su camino por la vida.
Bleuler además clasificó a los psicópatas desde la perspectiva de la psicosis. Por ejemplo, existe la psicopatía esquizoide, un término que no implica esquizofrenia ni enfermedad mental, sino más bien que tiene características análogas a las de ésta. Son personas frías, lejanas y separadas de su vida sentimental. Blauler habla de psicópatas cíclicos, que exhiben rasgos de psicosis cíclica, síndrome de maníaco depresivo: con las altas de la manía y los bajos de la depresión. Mientras que están sujetos a vaivenes emocionales, la variación no es tan severa como en los casos de psicosis maníaco depresiva y no interfiere de manera significativa en su contacto con la realidad.
Otra expresión que se utiliza, aunque no muy frecuente, es la psicopatía epileptoide. La epilepsia fascinó a los psiquiatras del siglo XIX, quienes por mucho tiempo postularon algo así como la personalidad epiléptica. Asumieron que, adicionalmente a los ataques característicos, los epilépticos exhibían rasgos particulares, como la dependencia, un sentido sobredesarrollado de la justicia y la tendencia sin límites hacia exabruptos emocionales. Un psicópata epileptoide será aquel con características similares a la personalidad epiléptica.
Bleuler también menciona entre las posibles variedades de la psicopatía a las desviaciones éticas crónicas (desviaciones éticas constitucionales, personalidades asociales o antisociales, personas de poco entendimiento moral, idiotas e imbéciles morales y enfermedad moral) Aunque él aplicó la categoría en forma primaria a criminales, enfatizó que el diagnóstico era genérico y que numerosos factores contribuyen a la criminalidad. Fenomenológicamente, la más amplia variación se encuentra en los siguientes tipos de criminales: ocasionales, habituales, profesionales y premeditados.
Las perversiones sexuales se listan solo como un fenómeno asociado en el texto de Blauler. Recordará el lector que la psicopatía es una variante del carácter congénita, de nacimiento, que lleva a dificultades sociales y sufrimiento personal. Hasta hace treinta o cuarenta años, muchos psiquiatras sentían que también la perversión sexual debía ser categorizada como una forma de psicopatía. Perversiones como la homosexualidad, travestismo, satiriasis, exhibicionismo, fetichismo, ninfomanía, pedofilia, priapismo, sodomía, sadomasoquismo, etc. fueron consideradas congénitas. La influencia de las teorías de Freud acerca de la sexualidad ha cambiado estos puntos de vista y ahora las perversiones sexuales se consideran tan solo hasta cierto punto como psicópatas; los factores del desarrollo son de mucha más importancia.
Desiertos del alma (lacunae) y herencia.
Los círculos psiquiátricos de los siglos XIX y XX vieron, y todavía lo hacen, a la naturaleza humana como una acumulación o interacción de diversas habilidades y capacidades, desarrolladas en mayor o menor grado, o no del todo. Una característica particular o ciertas habilidades pueden, para propósitos prácticos, estar ausentes de nacimiento. Estos rasgos ausentes o perdidos, fueron y son llamados lacunae, habitaciones desocupadas en las casa de la psique. Imagine una geografía de la psique, un continente inmenso habitado por diferentes tribus, las habilidades y capacidades, quienes viven y se desarrollan en armonía. Siguiendo con la analogía un poco más allá, aquellas áreas inhabitadas o inhabitables -los desiertos, tierras estériles o lacunae-, representan a las psicopatías. Todos tenemos rasgos psicopáticos; a cada uno de nosotros nos falta algo o presentamos algún aspecto marcadamente desarrollado. Sin embargo, no tendría sentido etiquetar a todos los seres humanos como psicópatas.
La imagen parece adecuada para continuar. Mucha gente, por ejemplo, está dotada musicalmente, otra no tiene tanto talento, e incluso hay quien no tiene ninguna aptitud musical. Muchos profesionales -médicos, maestros, trabajadores sociales y semejantes- rechazan la idea de una lacunae psíquica, de partes faltantes en la psique. Numerosos maestros dirán que cualquiera puede ser músico; el potencial está presente en todos nosotros, ya sea cultivado o no. Es el mismo maestro, quien mantiene lo dicho acerca de que no existe un infante amusical, quien batalla a diario con chicos en quienes la musicalidad está encerrada tan profundo que simplemente no se les puede hallar. El énfasis está puesto en cultivar y sacar habilidades individuales, pero nunca en confrontar y lidiar con la noción de que la habilidad en cuestión puede estar perdida por completo.
Es importante ser capaces de reconocer a los individuos psicópatas cuando nos confrontamos con ellos. Pero me parece más importante que, hablando de psicopatía, nos esforcemos en comprender en qué forma nosotros somos unos psicópatas; en la noción de que existen lacunae, espacios vacíos donde todos y cada uno de nosotros somos carentes en algo de importancia significativa. En cada análisis, por ejemplo, el punto o lugar alcanzado donde el paciente en cuestión tiene nada y nos damos cuenta de que no tiene sentido esperar hasta que algo se desarrolle o exigir que algo debería existir ahí. En esta área en particular, el paciente simplemente no puede entender o relacionarse con el contexto. Aun si hay un entendimiento a nivel intelectual, el entendimiento real no es posible ya que no hay una conexión sentimental. Lo que hacemos en análisis es ayudar al paciente de descubrir sus propias lacunae, para saber en dónde están. Pero la tarea se hace tan difícil porque los individuos, por lo usual, creen que los espacios vacíos son más bien áreas de muy alto desarrollo. Tienen tan poco entendimiento de estas zonas que no pueden aceptar el que no haya nada ahí. Por ejemplo, todos sabemos lo vergonzoso que es encontrar a alguien que no sabe en absoluto nada de histriónica y cree que su actuación es maravillosa y causa impresión entre la gente... ¡duele su ineptitud!
Un aspecto importante de la psicopatía es su carácter inevitable, tal vez más pronunciado bajo la teoría de su naturaleza congénita. Esta cualidad, el papel de la herencia, fue muy importante en el pensamiento del siglo XIX y fue incluso enfatizado por Bleuler. Claro que siempre hubo desacuerdo sobre la cuestión de qué era lo realmente heredado, pero el concepto permaneció. Nacemos con o sin un sentido de moralidad, una aptitud hacia la moral, habilidad de amar y ser amados y todo lo demás. Fue esta noción de la naturaleza congénita y heredada de la psicopatía, la que despertó tal enemistad y que fuera etiquetada como destructiva. no es difícil ver el porqué. ¡La noción contradice la creencia de que todos los hombres somos iguales!
Podemos también entender la ansiedad que provoca el concepto de psicopatía, al ser susceptible de llevarnos a malos entendidos muy serios. ¿Cómo podemos estar seguros de que alguien es un psicópata o no? Aceptar el concepto de psicopatía es entrar en complicaciones interminables al tratar con dicha persona.
Los síntomas primarios.
Ausencia de Eros. Un psicópata puede aprender a amar o estar enamorado, engañado frecuentemente, con su actuación a los que lo rodean. En nuestra cultura, Eros están entronizado por el culto de las relaciones interpersonales y por la importancia dada a la así llamada comunicación. Reverenciamos a Eros al advertir a los padres que deben ser cariñosos y amables con los hijos. Freud reverenció a Eros, a quien él vio de manera primordial en la sexualidad, al crear una vasta mitología sexual (léase erótica). Nuestra reverencia contemporánea es, por supuesto, la adoración a un dios mal entendido. Frecuentemente se limita a Eros a las relaciones interpersonales y entonces, tan solo, se le confunde con los sentimientos. El resultado es que muchos psicoterapeutas creen que los problemas del mundo radican en la incapacidad del hombre de poder expresar, por completo, sus sentimientos a los demás.
Eros es también una fuerza, un poder, que aglutina elementos del mundo intrapsíquico. Cuando se habla de Eros, generalmente lo percibimos como aquel que nos conecta con el medio ambiente y con nuestras amistades, o como el poder que una, por ejemplo, a esposo y esposa, a padres e hijos, etc.
Como fuerza intrapsíquica, Eros afecta la conexión entre los elementos de nuestras psiques, entre nuestros complejos. Ya no vemos a la psique como entidad indivisible, sino como algo parecido a una nación, por ejemplo, con una interacción entre vagos grupos y fuerzas. La psicología junguiana habla de los arquetipos: patrones de comportamiento natos, simbolizados por los dioses, héroes, actores, incluso personajes de libros cómicos. Hablamos de arquetipo del padre, de la madre, del sacerdote, del guerrero y del comerciante. las relaciones entre estos arquetipos, del uno con el otro, pueden ser buenas o malas. Así como los dioses, que son una representación de los arquetipos, se unen y conectan por Eros, así son los arquetipos en la psique individual. Eros, entonces, es expresado no solo por mi relación con el mundo externo, sino también en relaciones entre los elementos de mi propia psique. En especial, en los sueños tenemos oportunidad de observar cómo actúan y reaccionan las distintas partes de nuestra psique, unas sobre otras .
Sería posible reconocer individuos psicópatas sobre la base de sus sueños: una carencia definitiva de la relación con Eros sería rápidamente aparente. Esto no siempre es el caso. Nuestra habilidad para comprender sueños no ha progresado al punto donde podamos reconocer la psicopatía del soñante con algún grado de certeza.
La carencia de Eros en los psicópatas encuentra expresión en las dificultades experimentadas en sus relaciones interpersonales. En vez de Eros, con frecuencia nos encontramos manipulación. Jung decía que: "Donde el amor se retrae, el poder avanza", ya que el poder es de gran importancia para los individuos de tendencia psicopática. Donde hay ausencia de Eros, la manipulación, el control, el dominio y la intriga toman control.
Moralidad ausente. Los psicólogos junguianos consideran la moralidad desde diferentes puntos de vista. Algunos asumen que no existe una moralidad general o común, sino que cada arquetipo tiene la suya propia. El comportamiento del individuo, por tanto, dependerá entonces del arquetipo operante. la noción de moralidad arquetipal, más o menos, corresponde a la visión contemporánea de que la moralidad universal ha sido suplantada por la moralidad situacional, en la que podemos hablar de ésta solo dentro de algún contexto. Cualquier acto moral depende, hasta cierto punto, de la situación en particular y del arquetipo que domine en esa situación. La idea de una moralidad general y universal está todavía muy difundida, en particular entre lo que se adhieren a los mandamientos de la fe judeo-cristiana o la de Mahoma. Debe existir alguna significación psicológica en el concepto de moralidad universal, o no estaría tan prevaleciente hoy en día, ni tendría una influencia tan penetrante.
Otros psicólogos junguianos consideran la moralidad como una expresión de la chispa divina en cada uno de nosotros; como la consistencia en nuestras inconsistencias psíquicas, nuestro lazo de unión con lo divino. Moralidad, en el sentido profundo y no profano0 de la palabra, debe ser aquella que contribuya a la individuación, al proceso de autorrealización, a la relación con el dios o dioses dentro de nosotros. Mientras que la noción parece, por sí misma, ostentar la verdad, no lo hace sin ciertos riesgos. ¿Cuántos crímenes han sido cometidos en nombre de Dios?, ¿cuánta maldad es perpetrada en beneficio de nuestras numerosas deidades seculares, tales como Desarrollo, Crecimiento y Creatividad?.
El Self, esa chispa divina que todos llevamos dentro, tiene que ver con el significado de nuestra propia existencia, significado que obtenemos al comprenderlo. Dado que, al parecer, hay individuos carentes por completo de moralidad, entonces no sería posible para ellos lograr la salvación, incluso si pudiéramos aproximar un cierto significado a sus vidas. Ellos serían, en una palabra, malditos, un pensamiento bastante inquietante. Tal vez sería menos angustioso asumir la existencia de una Self inmoral, asumir que el Self en los psicópatas no contiene moralidad. La realización del Self no evocaría un sentido de moral y su sentido del Self sería uno inmoral. Pronto se hace aparente que tratar con la psicopatía levante cuestiones fundamentales y nos lleva a los alcances más lejano de la existencia humana.
Sospecho que moralidad no es tanto una cuestión del Self, incluso tampoco de los diversos arquetipos, sino de Eros. La moralidad es el intento de ego de obtener ayuda del Eros. El ego, esa parte de nuestra psique que intenta mantener consistencia entre las fuerzas internas y externas que nos afectan, trata de sistematizar a Eros de manera que pueda ser aplicado en cualquier situación. La moralidad es el intento heroico del ego por encontrar reglas a la relación entre los arquetipos mismos, en nuestra relación con el prójimo y en nuestras relaciones con el medio ambiente, como una totalidad. La sistematización y las reglas son para asegurar el más alto grado posible de paz y armonía. Aunque heroica, la búsqueda de la moralidad por parte del ego está condenada, hasta cierto punto, al fracaso, dado que cualquier moralidad está repleta de contradicciones. A menos que Eros esté directamente involucrado, todos nuestros intentos por vivir de manera correcta y amorosa serán insatisfactorios y aparecerán rígidos y antinaturales. El ego tiene, en definitiva, más que ver con la moralidad que con el Self, dado que el Self está por encima de toda moral.
Una persona promedio está tocada por Eros de cuando en cuando; no podemos depender de Eros, es un dios de no fiarse por completo. Experimentar a Eros no es algo que el ego olvide en forma fácil y es lo que intenta evocar a través de un código de comportamiento y moralidad.
Muchos psicópatas, tal vez la mayoría, se adaptan sin problemas. Pueden funcionar bien como esposos o esposas, como profesionales y en otros papeles, especialmente conforme crecen en edad y se hacen algo más dóciles. Ellos aceptan la gran variedad de papeles dados por la sociedad y los interpretan, sin involucrarse de manera real y personal. Sin embargo, debemos ser cautelosos al diferenciar aquí. Aun un individuo que ha experimentado a Eros, lleno de un verdadero sentido de anhelo al regreso de tan caprichoso dios, emplea la moralidad como un reemplazo temporal, juega un papel. No podemos vivir sin interpretar papeles. Existe una tendencia hacia el rechazo de la interpretación de papeles que la sociedad ofrece. Los psicópatas junguianos a menudo hablan de persona, una máscara de la que ellos más bien desconfían. A menudo, en terapia, ellos intentan destruir a la persona, creyendo que el paciente está obligado a rechazar tales papeles, a manera de llegar a ser en verdad él mismo, de ser creativo y libre por completo. No importan que tan amorosos somos, no importa qué tan bien desarrollado está nuestro sentido del Eros, por lo usual tenemos que expresar Eros dentro de los confines de papeles dados. De cierta manera, es semejante en el lenguaje. Se utilizan patrones particulares de habla al expresarnos, por lo general lo que aprendimos de niños o tuvimos oportunidad de asimilar en etapas posteriores. No inventamos nuestro propio lenguaje. Cada quien interpreta un papel. Hacer un papel, sin embargo, no es indicación de psicopatía. Admisiblemente, el psicópata interpreta esos papeles bastante bien, pero para él son tan solo papeles, simples máscaras. La persona del individuo promedio, su manera de presentarse a sí mismo, nunca está por completo vacía. Tal vez se queda corta en expresar por completo a su Ser, pero tiene cierta significación, una cierta cordialidad y contenido. Conlleva complicaciones al desarrollo, al movimiento. El papel interpretado por el psicópata están solo eso: una interpretación, sin Eros y con poca o ninguna moralidad.
En resumen, la carencia de moralidad en los psicópatas resulta de una carencia de Eros. Los psicópatas pueden muy bien intelectualmente comprender la moralidad, incluso imitar un comportamiento moral, pero la moralidad no tiene significado para ellos, no representa el Eros.
Tomado de:
GUGGENBÜHL-CRAIG, Adolf (2009): El alma vacía y el erotismo insustancial. Reflexiones sobre amoralidad y psicopatía. México, Fata Morgana, pp. 34-98.