Folklore y
antropología
William R. Bascom
La antropología
cultural, conocida también como antropología social, la etnología o la
antropología física, la prehistoria o la arqueología, tienen relación
directa con el folklore, aunque ocasionalmente ésta última puede proveer a los
folklorólogos información útil sobre los desarrollos pasados y los
desplazamientos de población. La lingüística está algo más relacionada, tanto porque el modo de expresión verbal de una narración o un
refrán recibe la influencia del vocabulario y de la estructura gramatical, como
porque sus especialistas han hallado en los cuentos populares y los mitos un
terreno apto para la recolección de textos lingüísticos, con el resultado de
que algunas de las más valiosas recopilaciones y traducciones de narraciones de
los indígenas norteamericanos fueron publicadas por lingüistas. El folklore, de todos modos, encaja
exactamente en la antropología cultural, cuyo objeto es el
estudio de las costumbres, tradiciones e instituciones de los pueblos vivos.
La literatura oral, para el antropólogo, es uno de los
aspectos importantes que contribuyen a configurar la cultura de un pueblo
determinado. Su importancia radica, aunque más no sea, en que se trata de un
universal de la cultura. Es decir, que no se conoce cultura alguna que no
incluya literatura oral. No se ha conocido pueblo alguno, por más remoto o simple que sea o haya sido su tecnología, que no emplee alguna forma de
literatura oral. Por este motivo y porque las mismas narraciones y refranes
pueden ser conocidas entre los pueblos con y sin escritura, es que la
literatura oral constituye un puente entre ambos. Aunque algunos antropólogos,
por una u otra razón, dedican escasa atención a la literatura oral, es obvio
que todo estudio etnográfico que no la tome en consideración sólo puede ser una
incompleta y parcial descripción de una cultura. Por otra parte, dado que la
literatura oral contribuye a convalidar y sancionar las instituciones
religiosas, sociales, políticas y económicas, y desempeña un importante papel
en los aspectos educativos de transmisión de una generación a otra, no puede
dejar de ser tenida en cuenta en cualquier análisis de alguna de estas
manifestaciones de la cultura.
“Cultura” es el concepto básico de la antropología actual.
Pese a que ha sido definido de diversas maneras, los antropólogos en general
están claramente de acuerdo acerca de su significado. Y hoy es prácticamente
imposible para los antropólogos discutir su materia sin emplearlo. De la
cultura se ha dicho que es la “herencia social” del hombre y también “la parte
del ambiente hecha por el hombre” Consiste esencialmente en cualquier modo de
comportamiento adquirido a través de aprendizaje y modelado conforme a ciertas
normas aprobadas. Bajo esta concepción, los antropólogos incluyen todas las
costumbres, tradiciones e instituciones de un pueblo, junto con sus productos y
técnicas de producción. Un cuento popular o un refrán, por tanto, es claramente parte de la cultura.
El folklore, entendido como literatura oral, es para los
antropólogos (norteamericanos), sólo una parte de la cultura. Incluye mitos,
leyendas, cuentos, refranes, adivinanzas, textos de romances y otras canciones,
así como otras formas de menor importancia, pero no el arte popular, la danza
popular, la música popular, la vestimenta popular, la medicina popular, las
costumbres populares o las creencias populares. Todas esas manifestaciones son
parte importante de la cultura y deben integrar cualquier completa etnografía.
Todas son incuestionablemente dignas de ser discutidas, tanto en las sociedades
con o sin escritura.
En estas últimas, que tradicionalmente han sido el
principal interés de los antropólogos, todas las instituciones, tradiciones,
costumbres, creencias, actitudes y artesanías, son transmitidas oralmente,
mediante la instrucción verbal y el ejemplo. Pero, mientras los antropólogos
están de acuerdo en que el folklore debe ser definido como dependiente de la
tradición oral, no por ello consideran esta característica como distintiva del
folklore del resto de la cultura. Todo folklore es oralmente transmitido, pero
no todo lo transmitido oralmente es folklore. Debido a su interés en las
sociedades ágrafas, los antropólogos, todavía no han logrado encarar de lleno
uno de los problemas corrientes en el folklore, el de definir las relaciones
entre folklore y literatura, o el de distinguir al folklore del fake-lore (el
saber o conocimiento popular, de falso, imitado o disfrazado conocimiento
popular, el fraude popular, el folklore fraudulento y aun ciertas proyecciones
folklóricas). Pero pueden estos aspectos resultar prominentes cuanto más
atención se preste a los problemas de aculturación y al estudio de las sociedades
con escritura de Europa, Asia y América.
El contenido de la cultura es analizado en términos de sus
aspectos o grandes partes componentes, tales como la tecnología, economía,
organización social y política, religión y las artes. La literatura oral
encuadra claramente en esta última categoría, como una forma de expresión
estética tan importante como las artes gráficas o plásticas, la música, la
danza o el teatro. Así como todos los aspectos de la cultura están
interrelacionados en diversos grados, la literatura oral cumple en ella la
función de sancionar costumbres y creencias, tanto religiosas como seculares.
Por lo menos, este sistema de clasificación, ha resultado útil como base para
comparaciones interculturales y para el desarrollo de conceptos y técnicas de
análisis especializado. El empleo del término folklore incluyendo en él
aspectos tales como: el arte popular, medicina popular, creencias populares, y
costumbres populares, ignora (soslaya y pasa por alto) aquel sistema de
clasificación, cuya utilidad para el análisis sistemático ha resultado probada,
y además agrupa conjuntamente fenómenos de orden diferente que requieren
diversos métodos de análisis.
El folklore (como literatura oral), es estudiado en
antropología, porque es una parte de la cultura. Es parte de las tradiciones y
costumbres aprendidas por el hombre, una cuestión de herencia social. Es
posible analizarlo de la misma forma que otras costumbres y tradiciones en
términos de forma y función, o de interrelaciones con otros aspectos de la
cultura. Presenta los mismos procesos de difusión, invención, aceptación o
rechazo e integración. Puede ser empleado, como otros aspectos de la cultura,
para estudios sobre tales procesos o los de aculturación, modelación de las
conductas, relación entre cultura y el ambiente o entre cultura y personalidad.
El desarrollo de cada componente de la literatura oral es
comparable al de cualquier costumbre, institución, técnica o forma artística.
Debe haber sido inventado en algún momento y por alguien. Es posible suponer
que muchas narraciones y refranes, como tantas otras invenciones, hayan sido
rechazados por no satisfacer una necesidad –reconocida o subconsciente- o por
ser incompatible con las normas y tradiciones aceptadas del folklore o de la totalidad
de la costumbre. Si fueron aceptadas, ello dependió de su repetición, del mismo
modo que todos los rasgos culturales en una sociedad ágrafa dependen de su
reafirmación y nueva puesta en acto. Un elemento de la cultura material, tal
como una azada, un arco o una máscara, tiene, por supuesto, una cierta
existencia independiente una vez que ha sido creado, pero para que la artesanía
en sí misma pueda continuar, estos elementos deben ser hechos una y otra vez.
Los componentes no materiales de una cultura, de cualquier modo, son totalmente
comparables en este aspecto con las narraciones y refranes: los rituales deben
ser practicados, las actitudes y las creencias deben ser expresadas, los
términos del parentesco deben ser usados, y los privilegios y obligaciones de
las relaciones de parentesco deben ser ejercidos. En el curso de esta
repetición o re-ejecución el cambio se produce cada vez que nuevas variantes
son introducidas, y otra vez esas innovaciones están sujetas a la aceptación o
el rechazo. A medida que continúa el proceso, cada nueva invención es
gradualmente adaptada a las necesidades de la sociedad y a los patrones
culturales preexistentes, los que también pueden verse modificados de alguna
forma para adecuarse a la variación.
En algunas sociedades y para ciertas formas de literatura
oral, como ha quedado claramente esclarecido, puede esperarse que el narrador
modifique un cuento muy conocido, ya sea sustituyendo personajes o
introduciendo nuevos caracteres o incidentes, o realizando una torsión en la
trama mientras que en lo que hace al parentesco, la economía, las leyes o
religión, el énfasis debe estar en la conformidad. A este aspecto, de todos
modos, la literatura oral no difiere de las artes gráficas o plásticas, la
música o la danza, en las cuales también puede esperarse creatividad por parte
del ejecutante. El elemento Folk, en la literatura oral, por tanto, no plantea
problemas nuevos ni distintos para el antropólogo. Éste, sin embargo, prefiere
considerarlo más como un producto anónimo que como creación colectiva. Como
antropólogo uno puede suscitar la cuestión de si existe alguna diferencia
significativa, en cuento a creatividad, entre las variantes de determinado
cuento tal como relatan los narradores individuales entre los Zuñi o los Navajo,
por ejemplo y las variantes escritas de una historia corriente de éxito, de
misterio, o del tema “el muchacho encuentra a la muchacha”. Observado en forma
amplia, las cuestiones son las mismas, tales como ¿quién inventó primero esos
temas?, ¿cómo han sido reelaborados en el pasado? y ¿cómo las variantes previas
han influido en el producto de un narrador o escritor dado? En la literatura
escrita existe la posibilidad de hacerse capaz de responder tales preguntas,
mientras que en literatura oral uno nunca puede esperar hallar las respuestas,
pero esto no significa que los procesos involucrados sean esencialmente
diferentes.
Teniendo en cuenta que la ley cultural debe ser válida
tanto para el folklore como para los demás aspectos de la cultura, los datos
provenientes del folklore pueden ser usados para verificar teorías e hipótesis
acerca de toda la cultura que se han ido desarrollando. No es sorprendente, en consecuencia, que muchas de
las escuelas de teoría antropológica sean consideradas escuelas de folklore,
incluyendo a la antropología cultural norteamericana, los funcionalistas, los
difusionistas y los evolucionistas culturales.
El problema del papel creativo del narrador está recibiendo
creciente atención. En la comparación de variantes de un mismo cuento dentro de
una misma variación folklórica, podemos esperar llegar a conocer el grado y el
tipo de libertad permitido por el narrador, o que de él se espera, en las
distintas formas de literatura oral y en varias sociedades. El problema de los
rasgos estilísticos de un corpus de literatura oral, es considerado como de
primera importancia, pese a que los antropólogos no se consideran lo
suficientemente aptos para abordarlos cuando tantos folklorólogos cuentan con
entretenimiento en literatura y están mejor equipados para encarar tales
cuestiones, como el análisis de cuentos en términos de trama, incidentes,
conflictos, clímax, motivación y desarrollo de caracteres.
Los antropólogos están interesados también en el lugar que
el folklore ocupa en el transcurso de la vida diaria, en el marco social, y en
las actitudes de los pueblos nativos hacia su propia literatura oral. No es
posible determinar estos hechos solamente a través de los textos de los
cuentos, ni especificar cuando un cuento es visto como un hecho histórico o
como una ficción, aún cuando sin ellos sólo podemos especular, como de la
naturaleza de la literatura oral y de su completo significado.
Ellos están también interesados en las relaciones entre
literatura oral y el resto de la cultura, desde dos diferentes puntos de vista.
Primero, se trata de ver hasta dónde la literatura oral refleja la cultura., al
incorporar descripciones de rituales, tecnologías y otros detalles culturales.
Segundo y de mayor significancia, está el hecho de que los personajes en los
cuentos populares y los mitos pueden hacer cosas que en la vida diaria son mal
vistas. Los folklorólogos han tratado de explicar las notorias diferencias
entre la literatura oral y la conducta real. Muchas de estas explicaciones son
hoy inaceptables, pero el problema sigue siendo para nosotros unos de los más
intrigantes del folklore, y uno de los que suscitan importantes debates acerca
de la naturaleza del humor, así como de las implicancias psicológicas y la
función de la literatura oral.
Finalmente, los antropólogos se interesan cada vez más
respecto de las funciones de la literatura oral, que hace ésta por el pueblo
que la emplea. Además de su obvia función de entretenimiento y solaz, la literatura
oral sirve para sancionar las creencias, actitudes e instituciones
establecidas, tanto sagradas como seculares, y desempeña un vital papel
educativo sobre todo en las sociedades sin escritura. Además de su papel en la
transmisión de cultura de una generación a otra, y de aportar racionalizaciones
cuando las creencias y actitudes son puestas en duda, la literatura oral es
empleada en algunas sociedades para ejercer presión social sobre aquellos que
puedan desviarse de las normas establecidas. Aún más, ni siquiera la función de
solaz puede aceptarse hoy día como una respuesta acabada, ya que es evidente
que por debajo de muchas expresiones de humor yace un sentido profundo, y que
la literatura oral sirve como presión psicológica de muchas represiones, no
solo sexuales, que la sociedad impone al individuo.
Tomado de:
BASCOM, William ([1953] 1991): “Folklore y antropología”. En
REDFIELD, Robert (et. al.): Introducción al folklore. Bs. As. CEAL, pp. 77-89.