08 noviembre 2017

Sentir lo que sucede. Un Resumen. A. Damasio



Sentir lo que sucede
Un resumen

Antonio Damasio



Cómo salimos a la luz de la consciencia es el tópico de este libro. ¿Cuál es el problema de la consciencia desde una perspectiva neurobiológica? ¿Qué acontece en el organismo y, más precisamente, qué sucede en el cerebro cuando sabemos que sentimos emoción o dolor o, para el caso, cuánto sabemos de cualquier cosa? Allí topé con el obstáculo de la consciencia; específicamente, topé con el obstáculo del self, porque para concertar señales que fabrica la percepción de un sentimiento por el organismo que lo experimenta, se precisa una sensación de self.


Sin embargo, la incógnita de la consciencia no se confina al self. Se orienta hacia la combinación de dos problemas: el primero es entender cómo el cerebro, al interior del organismo humano, engendra los patrones mentales que denominamos imágenes de un objeto, y en lo tocante al segundo problema, éste plantea cómo, junto con la génesis de patrones mentales para un objeto, el cerebro engendra además la sensación de self en el acto de conocer.


Las imágenes sensoriales de lo que percibes externamente, y las imágenes asociadas que evocas, ocupan la mayor parte de tu mente. Junto a estas imágenes se halla también esa otra presencia que te identifica como observador de las cosas imaginadas, dueño de las cosas imaginadas. Actor potencial de éstas. En este sentido tu presencia es el sentir lo que sucede cuando el acto de aprehender algo modifica tu ser.  
   

Emoción y Sentimiento


Las emociones son complejas colecciones de respuestas químicas y neurales que conforman un patrón. Todas cumplen algún papel regulador, destinado de una manera u otra a crear circunstancias ventajosas para el organismo que presenta el fenómeno. Las emociones refieren a la vida de un organismo, a su cuerpo para ser precisos, y su papel es ayudar al organismo a conservarla.


Las emociones son parte de los dispositivos biorreguladores con que venimos equipados para sobrevivir. Constituyen un componente bastante sofisticado del mecanismo de regulación de la vida. Estos dispositivos se desencadenan automáticamente, sin deliberación consciente. Aunque todas las emociones usan el cuerpo como teatro (medio interno, sistema visceral, vestibular y músculo-esquelético), también afectan el modus operandi de numerosos circuitos cerebrales: la variedad de respuestas emocionales fecunda intensos cambios en el paisaje corporal tanto como en el cerebral.


Es así que las emociones están ligadas al cuerpo, son parte esencial de la regulación que denominamos homeostasis, esto es, las reacciones fisiológicas coordinadas y vastamente automáticas que mantiene el equilibrio interno de un organismo viviente. Apuntan a la regulación vital, a la salud del organismo.


La emoción es inherente al proceso racional y decisorio. Aunque esto parece contrariar nuestro instinto, hay evidencias que lo confirman. Puede ocurrir en un marco de consciencia: podemos sentir contundentemente nuestras emociones, y sabemos que las sentimos. La urdimbre de nuestra mente y conducta se teje en torno de ciclos continuos de emoción, seguidos por sentimientos que llegan a ser conocidos y engendran nuevas emociones.


La reducción selectiva de la emoción es por lo menos tan perjudicial para la racionalidad como la sobreabundancia de emoción. Ya no parece veraz que la razón gane al operar sin el influjo de la emoción. Por el contrario, quizá la emoción ayude a razonar, sobre todo cuando se trata de asuntos personales o sociales que representan riesgo o conflicto. Podemos educar o prevenir las emociones, pero no suprimirlas


Emociones y sentimiento de emociones, son principio y fin de una progresión, pero es muy diferente el carácter casi público de las emociones y la absoluta intimidad de los sentimientos afines. Propongo que el término sentimiento se reserve a la experiencia privada y mental de una emoción, en tanto que la voz emoción se use para designar una colección de respuestas muchas de las cuales son públicamente observables.  


No precisamos tener consciencia del inductor de una emoción y solemos no tenerla, no podemos controlar a voluntad las emociones (Es probable que te sientas triste o dichoso y no sepas por qué razón estás así) El desencadenamiento no consciente de emociones también explica por qué es tan difícil falsificarlas. 


Hay emociones primarias o universales: alegría, tristeza, miedo, ira, sorpresa o repugnancia, emociones/sentimientos secundarios: vergüenza, celos, culpa, orgullo, y emociones/sentimientos de fondo: bienestar o malestar, calma o tensión.


Las emociones son inseparables de la idea de premio o castigo, placer y dolor, acercamiento o huída, ventaja o desventaja personal. Es inevitable que sean inseparables de la idea de bien (en el sentido de supervivencia) y de mal (en el sentido de muerte). Nos guste o no, ésa es la condición humana natural. Pero cuando existe la consciencia, los sentimientos logran su máximo impacto, y los individuos son capaces de reflexionar y prever.


Ciertas emociones del cerebro, que forman parte de un sistema neural en gran parte preinstalado y relacionado con las emociones, despachan órdenes a otras regiones del cerebro y a casi todas las zonas del cuerpo propiamente tal. Las órdenes se transmiten por el torrente sanguíneo en forma de moléculas químicas que actúan sobre los receptores en las células que constituyen el tejido corporal. La otra ruta es la de los tractos neurales: aquí las órdenes toman la forma de señales electroquímicas que actúan sobre otras neuronas, o en fibras musculares u órganos que a su vez liberan productos químicos específicos en el torrente sanguíneo. El resultado de estas órdenes químicas y neurales coordinadas es un cambio global en estado del organismo. 


Antonio R. Damasio


Consciencia Nuclear


La consciencia nuclear incluye un sentido interno basado en imágenes. Las imágenes particulares corresponden a un sentimiento. Esa sensación interna transmite un poderoso mensaje no verbal respecto de la relación entre organismo y objeto: que en la relación participa un sujeto individual, un constructo transitorio al que atribuye el conocimiento momentáneo. Implícita en el mensaje está la idea de que las imágenes de cualquier objeto dado (que en este momento están siendo procesadas) se forman en nuestra perspectiva individual, que somos dueños del proceso de pensamiento y que podemos actuar sobre los contenidos del proceso de pensamiento. La fase final del proceso de consciencia nuclear incluye el realce del objeto que lo inició.


La consciencia nuclear se genera en forma de pulsaciones, para cada contenido que se torna consciente. Es el conocimiento que se materializa cuando confrontas un objeto, construyes un patrón neural para él, y descubres automáticamente que la imagen ahora destacada del objeto se forma en tu perspectiva, te pertenece y que incluso pueden actuar sobre ella. Llegas a ese conocimiento de manera instantánea: no hay ningún proceso de inferencia digno de atención, ningún proceso lógico de esclarecimiento que conduzca allí y ninguna palabra; sólo está la imagen del objeto y, adherida a ella, tu sensación de propietaria.


Consciencia es un término amplio para los fenómenos mentales que permiten la extraña confección de ti mismo como observador o conocedor de las cosas observadas; de ti mismo en cuanto dueño de pensamientos formados desde tu perspectiva; de ti mismo como agente potencial de la escena. La consciencia es parte de tu proceso mental: no es ajena a él. La perspectiva individual, la apropiación individual del pensamiento y la agencia individual son las riquezas cruciales que la consciencia nuclear aporta al proceso mental que en este momento, se despliega en tu organismo. La esencia de la consciencia nuclear es el pensamiento de ti –el sentimiento de ti- como ser individual involucrado en el proceso de conocer tu propia existencia y la de otros.


Organismo y objeto


El problema de representar el objeto parece menos enigmático que el de representar el organismo. El objeto se exhibe, en forma de patrones neurales, en las cortezas sensoriales adecuadas a su naturaleza. Por otra parte el organismo y sus representaciones están ligadas a la noción de self, basado en una serie de patrones neurales no conscientes que representan la parte del organismo.


Para cada persona hay un cuerpo. Nunca existe una persona sin cuerpo, ni una con dos cuerpos o múltiples cuerpos. El cuerpo cincela la mente, cuyo destino es servirlo. Así en un cuerpo sólo brota una mente. Sin cuerpo no hay mente. Mentes cuerpo-mentalizadas ayudan a salvar el cuerpo.

Asombra descubrir que las aparentes y monolíticas estabilidades tras una mente única y un self único sean a su vez efímeras y se reconstruyan continuamente en el ámbito de las células y moléculas. No somos meramente perecibles al final de la vida. La mayoría de nuestras partes fallece durante la vida, para ser sustituidas por otras partes perecederas. Los ciclos de la vida y muerte se repiten muchas veces en el lapso de una vida. Gran parte de los componentes que no se sustituyen cambian gracias al aprendizaje. La vida hace que las neuronas se comporten de distinta manera alterando, por ejemplo, la manera en que se conectan con otras. Lo que permanece invariable es el plan de construcción de la estructura de nuestro organismo y los puntos fijados para la operación de sus partes. Digamos, el espíritu de la forma y el espíritu de la función.


Así como los ciclos de vida y muerte reconstruyen el organismo y sus partes conforme a un plan, el cerebro reconstruye la sensación de self momento a momento. Nuestra sensación de self es un estado del organismo, el resultado de ciertos componentes operando de cierta manera e interactuando de cierta forma, dentro de ciertos parámetros. Es otro constructo, otro patrón vulnerable de operaciones integradas cuya consecuencia es generar las representaciones mentales de un ser viviente individual.


Para percibir un objeto, visualmente o de otra manera sensorial, el organismo precisa tanto de señales sensoriales especializadas como de señales procedentes del ajuste del cuerpo, necesarias para que ocurra la percepción. También es cierta la aserción cuando piensas en un objeto, no solo cuando lo percibes en el mundo externo a tu organismo. Los registros que conservamos de objetos y sucesos percibidos otrora incluyen el ajuste motor articulado entonces para lograr la percepción, y también contienen las reacciones emocionales que sentimos en ese instante. Están corregistrados en la memoria, aunque en sistemas separados. Ya sea que estés inmóvil o fantaseando, las imágenes que formas en tu mente siempre señalan al organismo el compromiso que tiene en la tarea de fabricar imágenes y evocan alguna reacción emocional.


El sistema somatosensorial es una combinación de varios subsistemas, cada uno de los cuales porta señales al cerebro sobre el estado de los diferentes aspectos del cuerpo. De hecho un aspecto de señalización somatosensorial no emplea neuronas sino sustancias químicas disponibles en el torrente sanguíneo. A pesar de estas distinciones, todos los aspectos de la señalización somatosensorial trabajan en paralelo y cooperan para producir miríadas de mapas de los aspectos multidimensionales del estado corporal de un momento dado.


La división orgánica y del medio interno está encargada de captar cambios en el entorno químico de las células en todo el cuerpo. El término “interoceptivo” describe genéricamente estas operaciones captoras. Un aspecto de estas señales prescinde de vías y fibras nerviosas. 


La sensación de self tiene un precedente biológico preconsciente, el proto-self, y que las primeras y más sencillas manifestaciones del self emergen cuando el mecanismo que engendra consciencia nuclear  opera en este precursor no consciente.


El proto-self es una colección coherente de patrones neurales que cartografía, momento a momento, el estado de la estructura física del organismo en sus múltiples dimensiones. Esta perpetua colección de patrones neurales de primer orden ocurre en muchos lugares del cerebro. No debe confundirse el proto-self con la rica sensación de self en que se centra nuestro saber en este preciso momento. No estamos conscientes del proto-self. El lenguaje no es parte de su estructura. El proto-self carece de poderes perceptivos y de conocimiento.


En el caso de objetos consignados en la memoria, la memoria de ese objeto se almacenó bajo forma disposicional. Las disposiciones son registros latentes e implícitos, más que activos e explícitos, como los son las imágenes. Estas memorias disposicionales de un objeto percibido en algún momento incluyen no solo registros de los aspectos sensoriales del objeto –color, forma o sonido- sino protocolos de los ajustes motores que necesariamente acompañaron el acopio de señales sensoriales; además las memorias también contienen archivos de la obligatoria reacción emocional ante el objeto. 


La importancia de la distinción entre objeto puntual y objeto memorizado permite que objetos memorizados engendren consciencia nuclear de igual manera que lo hacen objetos puntualmente percibidos. Esa es la razón por la que podemos estar conscientes de lo que recordamos de la misma manera que estamos conscientes de lo que realmente vemos, oímos o tocamos ahora.


Construcción de la consciencia nuclear a partir del protoself


Nos volvemos conscientes cuando nuestros organismos construyen y exhiben internamente una modalidad específica de conocimiento no verbal –que nuestro organismo ha cambiado por influjo del objeto-, y cuando este conocimiento ocurre junto con la exhibición interna del objeto en modo destacado. En su modalidad más simple, este conocimiento emerge como sentimiento de saber.


La consciencia nuclear ocurre cuando los dispositivos cerebrales de representación generan, en imágenes, un relato no verbal de la manera en que el estado del organismo se ve afectado por el procesamiento de un objeto, y cuando este proceso realza la imagen del objeto causal. La hipótesis perfila dos integrantes en el mecanismo: la generación del relato no verbal, en imágenes, de la relación objeto-organismo (fuente de la sensación de self en el acto de conocer), y realce de las imágenes de un objeto.


El proto-self representa al organismo. Los aspectos cruciales del organismo incluidos en esta reseña son el estado del medio interno, órganos, sistema vestibular y armazón músculo-esquelética. La reseña describe la relación entre el proto-self cambiante y los mapas sensoriomotores del objeto que causa los cambios. En resumen: conforme el cerebro forma imágenes de un objeto –rostro, melodía, dolor de muelas, rememoración de un suceso-, y a medida que las imágenes del objeto afectan el estado del organismo, otro nivel del cerebro crea una veloz narración no verbal de los eventos en curso en las diversas regiones del cerebro activadas por la interacción objeto-organismo. El cartografiado de las consecuencias objeto relacionadas ocurre en mapas neurales de primer orden que representan al proto-self y al objeto; el detalle de la relación causal entre objeto y organismo solo puede ser captado en mapas neurales de segundo orden.


En el cerebro humano hay diversas estructuras capaces de generar un patrón de segundo orden que re-representa ocurrencias de primer orden. El patrón neural de segundo orden que sustenta la reseña en imágenes no verbales de la relación objeto-organismo acaso se base en una intrincada señalización cruzada entre varias estructuras de “segundo orden”. Es poco probable que solo una región del cerebro posea el supremo patrón neural de segundo orden.


Hay múltiples generadores de consciencia, en varios niveles cerebrales y, no obstante, el proceso parece fluido, referido a un conocedor y un objeto. La consciencia nuclear del objeto resultaría de una combinación de mapas de segundo orden, suerte de patrón neural integrado que daría nacimiento a la reseña de imágenes propuesta más arriba, y conduciría demás al realce del objeto.


En organismos complejos como los nuestros equipados con varias competencias mnésicas, los efímeros momentos de saber en que descubrimos nuestra existencia son hechos que pueden consignarse en la memoria, ser debidamente categorizados y relacionados con otras memorias pertinentes al pasado o al futuro previsto. La consecuencia de esta compleja operación de aprendizaje es el desarrollo de una memoria autobiográfica, un agregado de registros disposicionales acerca de quién fuimos físicamente y quién solíamos ser conductualmente, junto con registros de lo que planeamos ser en el futuro. Podemos incrementar este agregado mnésico y remodelarlo a lo largo de la vida. Cuando cantidades mayores o menores de imágenes reconstruidas tornan explícitos los registros personales, éstos se convierten en self autobiográfico.


Aunque la base del self auobiográfico es estable e invariable, su paisaje cambia de continuo como resultado de la experiencia. La manifestación del self autobiográfico es más pasible de retoque que el self nuclear, el cual se reproduce una y otra vez con la forma esencial a lo largo de la vida.


Sin importar lo bien que crezca la memoria autobiográfica y cuán robusto llegue a ser el self autobiográfico, debe quedar en claro que ambos requieren un suministro continuo desde la consciencia nuclear para tener algún peso en el organismo propietario. Los contenidos del self autobiográfico sólo pueden ser conocidos cuando se produce una nueva construcción de self nuclear y de saber para cada uno de los contenidos por ser conocidos.


Cuando el cerebro debidamente equipado de un organismo despierto genera consciencia nuclear, el primer resultado es más vigilia: nota que cierta vigilia ya estaba disponible y fue necesaria para empezar el juego. El segundo resultado es una atención más enfocada en el objeto causativo: nuevamente cierto de atención ya estaba disponible.


Además de suministrar sentimiento de saber y realzar el objeto, las imágenes de saber –socorridas por la memoria y el razonamiento- forman la base de inferencias no  verbales simples que robustecen el proceso de consciencia nuclear. Estas inferencias revelan, por ejemplo, la estrecha vinculación entre la regulación de la vida y el procesamiento de imágenes implícito en la sensación de perspectiva individual.


En el caso de los humanos, la narración no verbal de segundo orden de la consciencia puede ser traducida de inmediato en lenguaje. Uno podría denominar esta traducción como narración de tercer orden. Todo lo reproducido en las pistas no verbales de nuestra mente se convierte rápidamente en vocablos y frases.  


Curiosamente, la naturaleza misma del lenguaje arguye en contra de su primacía en la consciencia. Palabras y frases describen entidades, acciones, sucesos y relaciones. Palabras y frases traducen conceptos, y los conceptos son la idea no lingüística de las cosas, acciones, sucesos y relaciones. Por necesidad, los conceptos preceden a palabras y frases, tanto en la evolución de las especies como en la experiencia cotidiana de cada uno de nosotros. 


Es improbable que la consciencia dependa de las vaguedades de la traslación verbal y del impredecible nivel de atención enfocada que se le presta. Si la existencia de la consciencia dependiera de sus traducciones verbales, lo probable es que cada cual tuviera varias modalidades de consciencia, algunas veraces y otras inveraces; varios niveles de intensidad de consciencia, algunos ineficaces y otros no; y, peor aún, lapsos de consciencia.


El requerimiento de subordinación de la consciencia al lenguaje  no deja lugar a la consciencia nuclear tal como se perfila aquí. Conforme a la hipótesis dependiente del lenguaje, la consciencia es posterior al dominio del lenguaje y no puede ocurrir en organismos carentes de ese dominio.


Narrar historias, en el sentido de registrar lo que sucede bajo forma de mapas cerebrales, tal vez sea una obsesión del cerebro y quizá su aparición sea precoz tanto desde el punto de vista evolutivo como respecto de la complejidad de las estructuras neurales requeridas para generar narraciones. Relatar historias precede al lenguaje ya que es, de hecho, condición del lenguaje.


Consciencia ampliada


La consciencia ampliada excede el aquí y el ahora de la consciencia nuclear, tanto hacia el pasado como hacia el porvenir. Aunque el aquí y el ahora  sigue allí, ahora lo escolta el pasado –la medida de pasado que se precisa para esclarecer con eficacia el presente- y, con similar importancia, el futuro anticipado. En su cenit, la consciencia ampliada puede abarcar la vida entera del individuo, desde la cuna hasta el futuro, es instalar el mundo a su lado. Cualquier día, si le permites volar, puede transformarse en el personaje de una novela épica, y si la usas bien, abrirte las puertas de la creación.


La consciencia ampliada es todo lo que es la consciencia nuclear, pero más vasta y mejor, y lo único que hace es crecer a lo largo de la evolución, y de la vida y experiencia de cada individuo. 

El self autobiográfico se articula en la perpetua reactivación y despliegue de colecciones selectas de memorias autobiográficas. En la consciencia nuclear, la sensación de self brota en el tenue y efímero sentimiento de saber, reconstruido en cada pulsación. En cambio, en la consciencia ampliada la sensación de self surge en la exposición constante y reiterada de algunas de tus memorias personales, los objetos de nuestro pasado personal, capaces de sustanciar momento a momento nuestra identidad y nuestro ser persona.


Las memorias autobiográficas son objetos, y el cerebro los trata como tales, permite que cada uno de ellos se relaciones con el organismo de la manera descrita para la consciencia nuclear, permitiéndoles así generar una pulsación de consciencia nuclear, una sensación de “self conociendo”. En otras palabras, la consciencia ampliada es la preciosa consecuencia de dos contribuciones determinantes: primero, la habilidad de aprender y retener miríadas de experiencias, previamente conocidas gracias al poder de la consciencia nuclear. Segundo, la capacidad de reactivar estos registros de manera que, en calidad de objetos, también puedan generar una sensación de self conociendo y por ende ser conocidos.


La consciencia ampliada surge de dos artimañas. La primera requiere la aglomeración gradual de recuerdos de múltiples instancias e una clase especial de objetos: los “objetos” biográficos del organismo, de nuestra propia experiencia vital, tal como se desarrollaron en el pasado, y tal como los ilumina la consciencia nuclear. Una vez constituidas, las memorias autobiográficas se evocan en cada procesamiento del objeto.


El segundo ardid consiste en mantener activas, simultáneamente y por lapsos sustanciales, las numerosas imágenes cuya colección define al self autobiográfico y las imágenes que definen el objeto. Los reiterados componentes del self autobiográfico y del objeto se basan en el sentimiento de saber que surge de la consciencia nuclear.


 El self autobiográfica no es memoria de trabajo aunque ésta es un instrumento importante en el proceso de aquella. La consciencia ampliada depende la capacidad de mantener en la mente, por períodos importantes de tiempo, los múltiples patrones neurales que describen el self autobiográfico. La memoria de trabajo es precisamente la habilidad para conservar imágenes en la mente durante períodos de tiempo que permitan su manipulación inteligente. Una memoria de trabajo amplia es requisito imprescindible de la consciencia ampliada, de manera que representaciones plurales puedan ser conservadas en la mente durante tiempos dilatados. 


La consciencia ampliada se basa en la consciencia nuclear no solo en lo tocante a su desarrollo, sino momento a momento. El estudio de pacientes neurológicos muestra que, cuando se interrumpe la consciencia nuclear, desaparece la consciencia ampliada. 


La consciencia ampliada es necesaria para el despliegue interno de un corpus importante de conocimiento enfocado en diferentes modalidades y sistemas sensoriales, y para las subsiguientes capacidades de manipular este conocimiento en la solución de problemas, o de comunicarlo. El desempeño normal de estas habilidades atestigua la presencia de conocimiento extenso. La valoración de la consciencia ampliada puede lograrse mediante el peritaje de reconocimiento, recuerdo, memoria de trabajo, emoción, sentimiento, razonamiento y toma de decisiones en largos intervalos de tiempo en un individuo cuya consciencia nuclear está intacta.


La consciencia nuclear es un recurso central producido por un sistema neural y mental circunscripto. El hecho de que la consciencia nuclear sea central no significa que dependa de una sola estructura: precisa de un gran número de estructuras neurales, aunque existen numerosos sitios cerebrales no implicados en la fabricación de consciencia nuclear.  


Los contenidos del self autobiográfico son los principales beneficiarios de la consciencia nuclear. En cualquier momento dado de nuestra vida sensible, entonces, generamos pulsaciones de consciencia nuclear para uno o algunos objetos específicos y para un conjunto de memorias autobiográficas afines reavivadas. Sin tales memorias autobiográficas no tendríamos sensación de pasado o futuro ni continuidad histórica de persona. Pero sin narración de la consciencia nuclear y sin el self transitorio que nace de ella, tampoco tendríamos conocimiento del momento del pasado memorizado o del futuro anticipado que también consignamos en la memoria.


De la notable colección de habilidades permitidas por la consciencia ampliada, dos merecen destacarse: primero, la habilidad de elevarse por sobre los dictados de ventajas y desventajas impuestos por las disposiciones relacionadas con la supervivencia, y segundo, la crucial detección de desacuerdos que conduce a la búsqueda de la verdad y al deseo de erigir normas e  ideales de conducta y para analizar hechos. 


4 comentarios:

Walkiryawagner dijo...

Muchas gracias.

Anónimo dijo...

que rifado resumen, mil gracias

Unknown dijo...

Excelentísimo resumen

David Fernández dijo...

Excelente resumen. Lo estoy leyen la la mitad de la lectura del libro. Perfecto para una mejor lectura y debate interior. Gracias.