Internet no es un medio de comunicación
Entrevista a Dominique Wolton
-¿Cómo hemos llegado a Internet?
-Cuando no está conectado, el ordenador es principalmente una herramienta de cálculo de signos. Para que Internet exista, se han necesitado dos innovaciones. En primer lugar, la codificación numérica: cualquier signo -sonido, imagen, letra- se transforma en una unidad de información y pasa por el mismo «cable». En segundo lugar, la compresión numérica y el progreso de las telecomunicaciones: cada vez más informaciones en un tiempo cada vez menor y con un coste cada vez menos elevado. Internet asegura la circulación entre el medio audiovisual, que envía imágenes, el teléfono, que transmite la señal, y los ordenadores, que calculan más rápido las informaciones. Para pasar de la red militar al Internet del gran público, se han necesitado, por tanto, veinte años de perfeccionamiento. No nos encontramos en una historia fundamentalmente distinta de las precedentes. Lo que cambia con Internet es simplemente la extrema ampliación de las aplicaciones y de los usos (trabajo, ocio, educación, servicios) y la mundialización de las redes. Y como encontramos progresivamente Internet por todas partes, muchos ven en ella la emergencia de una nueva sociedad. Se dijo lo mismo con la llegada de la informática hace cincuenta años. Se creía en el nacimiento de una nueva sociedad, porque la informática llegaría a todos sus sectores. Hoy en día, el ordenador está por todas partes. Pero ¿ha creado una nueva sociedad? No, porque una sociedad es algo mucho más complejo que un sistema tecnológico.
-Entonces, ¿cómo influencia una tecnología en la vida de una sociedad?
-iHe ahí la cuestión! Piense en la formulación de su pregunta. Supone que la influencia va en un único sentido, de la tecnología hacia la sociedad. Pero no es así. Es cierto que la tecnología influye en la sociedad, pero para discernir el lugar de una tecnología en la sociedad es necesario comprender cómo ésta acogerá, utilizará y se apropiará de esta tecnología. Solamente nos acordamos de tecnologías que han tenido éxito. En la historia también existen incontables tecnologías que no han cuajado. Pensemos en el videofono de hace veinte años, que debía llevar la imagen al teléfono.
-Entonces tomemos el ejemplo de la televisión. ¿Cómo podemos medir su influencia?
-Contrariamente al sentimiento común, todas las investigaciones llevadas a cabo desde hace treinta años lo demuestran: la televisión no tiene ninguna influencia uniforme, a pesar del nivel de equipamiento masivo y a pesar de la estandarización de los programas. En la comunicación, no basta con tener un emisor y un mensaje, se necesita tener en cuenta la diversidad de los receptores: el mismo mensaje va dirigido a todo el mundo, pero no se recibe del mismo modo. Es descifrado, jerarquizado y seleccionado por cada individuo. No tiene la misma influencia, puesto que los valores de los millones de espectadores son diferentes: ideologías, lenguas, representación, nivel de cultura, experiencias, modos de vida. Esto no significa que la televisión no tenga influencia, sino que esta influencia es «difractada», como se dice en óptica, por numerosos elementos. Cuantos más informaciones y mensajes, más filtra y se protege el receptor -en este caso, el telespectador-. No existe un vínculo directo entre emisor, mensaje y receptor. Por tanto, el mismo mensaje no tiene el efecto de estandarización ni de manipulación que se le asigna, al contrario de lo que afirmaba la escuela de Francfurt en los años treinta, marcada por el papel de la radio con la llegada de Hitler al poder. En una dictadura, la radio y la televisión sirven realmente para manipular a los pueblos. Pero no son la radio y la televisión el objeto de análisis, sino la dictadura. En los países democráticos, en treinta años de televisión y en cincuenta años de radio no se ha constatado una manipulación masiva. Debemos tener en mente esta resistencia del receptor si queremos reflexionar sobre la utilización que se ha hecho de los nuevos medios de comunicación. Así, por ejemplo, los estudios de mercado demuestran que todo el mundo utilizará cada vez más Internet, y enumeran las múltiples funciones que los usuarios desearían que tuviera. Pues bien, tomemos nota: en unos diez años, vamos a descubrir otros empleos y, contrariamente, reacciones imprevistas del público. Atengámonos sobre todo a que Internet crea problemas nuevos que todavía no podemos percibir. Aparecerán mercados actualmente desconocidos, otros conocerán un declive. Como nos encontramos en una fase de incertidumbre, todos los grandes grupos juegan al póquer mentiroso y tratan de ocupar las diferentes almenas. Todos confían en que las innovaciones abrirán muchos mercados. En realidad, nadie sabe nada.
-¿Qué tipo de información hay en Internet?
-Para ser claro, me gustaría distinguir cuatro tipos de información disponibles en Internet: La información-noticia, que existe desde el siglo XVIII y designa aquello que está vinculado con la política, la historia, la economía y agrupa, a la vez, la información general y la información especializada por sectores. Las encontramos de un modo u otro en los sistemas de información y de comunicación de carácter público, la prensa, los nuevos medios de comunicación de masas. Tienen como objetivo llegar al gran público o a un determinado público especializado que se desprende del gran público. La segunda categoría de información en plena expansión desde hace cien años es la información-servicio, como los horarios de trenes y otros datos de carácter práctico que necesitamos para vivir. Las redes ofrecen un desarrollo considerable en este tipo de información, que se sitúan entre la información-valor y la información-mercancía. Esta última no sólo es ofrecida por el mercado, puesto que, como su nombre indica, tienen como objetivo ser un servicio para todos. En tercer lugar, la información-ocio, también en plena expansión a partir del incremento del nivel de vida. Recordemos que la industria del ocio es la primera industria del mundo, con trescientos millones de personas empleadas, es decir, el número actual de internautas. La cuarta categoría es la que yo denomino información-conocimiento. Ésta también es cada vez más rica, y para acceder a ella se necesita una verdadera especialización. La información-conocimiento pasa por los bancos de datos, más o menos profesionales, tecnológicos o universitarios.
-Así, pues, para usted, el contenido de Internet se resume en estas cuatro categorías de información.
-El contenido de la Red igual que el de otros medios de comunicación que acabamos de enumerar. Pero en la Red, la información-noticia es de lejos la más limitada. Internet es un medio de comunicación temático rico en casillas de informaciones especializadas.
-Salvo que todos tengamos acceso al AFP mediante Yahoo, o a la integridad del Libération.
-Consideramos como progreso que los periódicos sean accesibles on-line gratuitamente, pera esto suponen serio problema económico. La información tiene un costo, es decir, un precio. En cualquier caso, si la Red aporta algo nuevo, será como medio temático.
-¿Un medio de comunicación puede sustituir a otro?
-Todo medio de comunicación nuevo desestabiliza el sistema y entra en competencia con los medios anteriores, empezando por su financiación. Pero, por el momento, ninguna tecnología de comunicación ha hecho desaparecer a la precedente. Se han juntado todas unas con otras. Estamos ante una cuestión antropológica: ¿Hasta dónde serán capaces los hombres de integrar nuevas tecnologías de comunicación conservando las precedentes?
-Y de engullir su contenido.
-Estoy fascinado por la capacidad de expansión del sistema de conocimiento de los hombres. Diariamente, asimilamos un número de conocimientos sin medida comparado con lo que sucedía hace setenta años. ¿Hasta dónde será posible sin que surjan problemas desconocidos hoy? ¿Podrá el hombre ser impunemente coda vez más interactivo y estar multiconectado? ¿Dónde empezará y dónde acabará su libertad?
-¿Cree en el futuro del libro electrónico, el libro recargable en una pequeña pantalla?
-Como proeza tecnológico, sí. Como apertura de un mercado segmentado por sectores profesionales muy particulares, ¿par qué no? Como vector cultural susceptible de ocupar el sitio del libro, no. El papel siempre será importante. El placer de descubrir un libro, de hojearlo, de comprarlo o de formar una biblioteca está inscrito en nosotros por cinco siglos de historia, así como el proyecto de emancipación del cual el libro es la promesa, es decir, todo un conjunto de hechos culturales que trascienden el sistema tecnológico.
-Una cuestión primaria: ¿es más sabio el hombre moderno?
-Ha acumulado más conocimientos culturales que en el siglo anterior, pero en detrimento de otros conocimientos que ya no necesita. Así, un campesino de hoy sabe muchas más cosas sobre la sociedad que le rodea: la evolución de la bolsa, la legislación europea, etc. Pero muchas veces ha abandonado la comprensión de la naturaleza que necesitaba cotidianamente: la meteorología o el conocimiento del suelo, por ejemplo. La extensión de nuestro sistema de conocimiento en un universo más mecanizado se realiza necesariamente en detrimento de nuestra experiencia. Por el contrario, aparecen otras formas de experiencia. Por ejemplo, somos incapaces de saber cuál será el impacto de toda una cultura virtual entre los jóvenes de cinco a veinte años en relación con el mundo. Y ello tendrá consecuencias. De forma muy espontánea, creemos que existe un vínculo entre una tecnología de comunicación más rentable y hombres más instruidos, una comunicación más rentable y hombres mejores. En realidad, no sólo el progreso tecnológico no basta para establecer una mejor comunicación humana, sino que no garantiza obligatoriamente un progreso moral.
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-¿Por qué dice que Internet no es un medio de comunicación?
-No es un medio de comunicación generalista, sino temático. Un medio de comunicación descansa sobre tres dimensiones: tecnológica, profesional (oferta, construcción de programas) y comercial (representación el público). En pocas palabras, el medio de comunicación nace de una oferta construida por profesionales, que utiliza un sistema tecnológico para encontrar un público. El primer medio de comunicación, en el sentido moderno del término, es la radio, que aparece justo antes de la guerra de 1914-1918. Internet, sistema de información automatizado interactivo, obtiene su fuerza del hecho de no ser un medio de comunicación: se trata de mensajes en todos los sentidos, enviados por cualquiera, captados por cualquiera y organizados por nadie.
-Está describiendo el gran bazar de los precursores. Esperemos que, dentro de cinco años, esto ya no sea así.
-Pero fíjese en la realidad tecnológica de Internet. La Red, en sus principales aplicaciones, se apoya sobre una gran libertad de los usuarios. Es su fuerza. Sin embargo, como bien sabe, no se puede publicar un periódico sin una organización. No existe un programa de radio sin organización. No se puede tener una televisión sin programación organizada. Afirmar que Internet no es un medio de comunicación no constituye una crítica; consiste en describir la característica que permite de entrada mucho más que un medio de comunicación. Consideremos las diferentes aplicaciones de Internet. El correo electrónico; es perfecto. Las aplicaciones de servicios no tienen nada que ver con la oferta de un medio de comunicación, igual que las bases y los bancos de datos: por definición, se accede en función de una competencia adquirida. Por el contrario, Internet ejerce una función de medio de comunicación cuando permite poner en línea actividades editoriales o de comunicación para un público identificado. En este caso, no se trata de un medio de comunicación generalista, sino de un medio temático. Sin embargo, la esencia de Internet se apoya sobre el comercio electrónico, en que, por otro lado, habrá probablemente menos mercados reales de los que se esperan en la actualidad.
-Pero todo llega bajo la misma forma y sobre la misma pantalla.
-No es porque todo se cuelga de la misma pantalla por lo que el contenido es idéntico, ni por lo que la relación que mantenemos con estas distintas actividades es similar. No adoptamos la misma postura cuando estamos hablando por teléfono o delante de un ordenador para el trabajo, el ocio o los servicios. El hecho de cumplir cuatro tipos de actividad sobre una misma pantalla no suprimirá las diferencias de contenido. Cuanto más unificados estén los mensajes por parte del sistema tecnológico, más importantes serán las diferencias culturales en relación con este mensaje.
-¿Cómo se manifestará este mensaje?
-Pondré un ejemplo sencillo. No se tiene la misma sensación cuando se ve una película en el cine o en la televisión. No somos el mismo individuo cuando miramos una película, cuando miramos la televisión, cuando hablamos por teléfono o cuando trabajamos con el ordenador. Existen diferencias de comportamiento, de actitud, de relación con el mundo, con la imaginación, con el conocimiento. Cuanto mayor sea la integración tecnológica, mayor será la necesidad de preservar la diversidad de los contenidos.
-Usted teme que nos volvamos esquizofrénicos por el hecho de utilizar la misma pantalla para invertir en bolsa, aprender, distraernos...
-En primer lugar, no habrá una única pantalla, contrariamente a lo que se dice. Habrá más de una por hogar y de naturaleza diferente. Pero la verdadera cuestión está fuera. El usuario deberá saber en qué tipo de programa se encuentra: si hace clic sobre un sitio de bolsa, si navega por su trabajo, si mira películas o si se informa. Sobre el mismo soporte, el espectador debe ser capaz al momento de descodificar el mensaje al cual accede. No se trata de un problema tecnológico, sino de un asunto cultural: instintivamente, el usuario debe saber si está en la ficción o en la realidad.
-¿Y cómo saberlo?
-Ya he planteado el debate sobre las imágenes virtuales. En televisión, es necesario que se pueda reconocer si estamos ante una imagen real o ante una imagen virtual. Si no, el espectador es manipulado por la televisión. Nuestros sistemas tecnológicos deben continuar enfrentándose con las exigencias de la sociedad democrática: respeto al individuo y a su libertad individual. De este modo, el espectador tiene el derecho de saber si se encuentra ante una ínformación-trabajo del periodista, ante una ficción, ante una información-servicio, ante una información-conocimiento, etc. No sólo es necesario que el espectador pueda distinguir, sino sobre todo que las industrias de la información no puedan reducirse a la categoría única de la información-mercancía. Toda la ambigüedad de la información actual es que se trata a la vez de una mercancía y de un valor. En cuanto a la información-mercancía, se pueden mezclar los contenidos y los servicios, pero respecto a la información-valor, es necesario distinguir los tipos de información.
-¿Cuáles son los triunfos de Internet respecto a los otros medios de comunicación?
-Internet, como sistema tecnológico, permite aumentar claramente el rendimiento de la comunicación individual; es más rápido, más interactivo, hay más informaciones, es -de momento- más barato. En esto, Internet es un progreso tecnológico innegable en relación con la radio y con la televisión. Pero si Internet completa la radio y la televisión en su dimensión individual, no las sustituye en su dimensión colectiva. Por otro lado, Internet introduce nuevas cuestiones. En primer lugar, la naturaleza de los mensajes heterogéneos de los que se ocupa plantea un verdadero problema legal, sobre todo de protección de autores. Esto obligará a todo el mundo a reflexionar sobre lo que es la información y sobre cómo protegerla. En segundo lugar, Internet plantea la cuestión de la responsabilidad de la información que circula, por parte, a la vez, de los emisores y de los receptores: los derechos de autor, la profesión de periodista o de documentalista -que aseguran lo que yo llamo el control-, la validación de la información. Es una cuestión sobre la que volveremos, pero es necesario saber que cuánta más información haya, más necesarios se muestran los mediadores (periodistas, documentalistas, profesionales del análisis de la información). Es necesario escapar del mito de la autoorganización. Internet obligará a Occidente, su inventor, a que trabaje sobre los conceptos clave de su cultura política y humanista, los conceptos de información y de comunicación. Estos dos conceptos se habían pensado sólo en una visión de emancipación política. Desde que adquieren una dimensión económica, estamos obligados a luchar para que la dimensión cultural no se sacrifique.
Tomado de:
WOLTON, Dominique (2000): Sobrevivir a Internet. Conversaciones con Oliver Jay. Barcelona, Gedisa, pp. 60-70
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