Esclavas
Gerda Lerner
La esclavitud es la primera forma institucionalizada de
dominio jerárquico en la historia humana: está relacionada con la creación de
una economía de mercado, las jerarquías y el estado. Por muy agresiva y brutal
que indudablemente resultara a aquellos que fueron sus víctimas, supuso un
avance fundamental en el proceso de organización económica, avance sobre el
cual descansaría el desarrollo de la civilización antigua.
La esclavitud sólo podía darse cuando existían ciertas
precondiciones: tenía que haber un excedente alimentario; tenía que existir
medios para sojuzgar a los prisioneros recalcitrantes, tenía que haber una
distinción (visual o conceptual) entre ellos y sus esclavizadores. Para que el estatus de esclavo estuviera institucionalizado, la gente tenía que ser capaz de
formarse un concepto mental de la posibilidad de que ese dominio pudiera
realmente funcionar.
Este invento crucial, además de tratar brutalmente a otro
ser humano y forzarle a trabajar en contra de sus deseos, hace posible designar
al grupo dominado como completamente diferente al grupo dominador. Naturalmente
esta diferencia es más obvia cuando quienes se esclaviza son miembros de una
tribu extranjera, literalmente “los otros”. Sabemos que las construcciones
mentales generalmente provienen de algún modelo de la realidad y que son una
ordenación nueva de las experiencias pasadas. Esta experiencia, al alcance de
los hombres antes de la invención de la esclavitud, era la subordinación de las
mujeres de su propio grupo.
La opresión de las mujeres antecede a la esclavitud y la hace posible. La sexualidad y el potencial reproductivo de las mujeres se
convirtió en una mercancía de intercambio o para ser adquirida, al servicio de
las familias; por tanto, se concibió a las mujeres como un grupo con una
autonomía menor que los hombres. En los comienzos de la formación del estado y
de la implantación de las jerarquías y las clases, los hombres debieron de
observar esta mayor vulnerabilidad de las mujeres y aprendieron con ello que se
pueden utilizar las diferencias para separar y dividir un grupo humano de otro.
Estas diferencias pueden ser “naturales” y biológicas, como de sexo y la edad,
o pueden ser una creación masculina, como la cautividad y el señalar con una
marca.
El invento de la esclavitud conlleva el desarrollo e
técnicas de esclavización permanente y el concepto, tanto en el dominador como
en el dominado, de que una impotencia permanente en una de ambos lados y un
poder absoluto en el otro son las condiciones aceptables para la interacción
social. Los testimonios históricos hacen pensar que este proceso de
esclavización se desarrolló por vez primera y se perfeccionó con las
prisioneras de guerra; que se reforzó mediante las prácticas ya conocidas del
intercambio matrimonial y el concubinato. Durante largos períodos, quizá
siglos, mientras que los enemigos varones eran matados por sus capturadores, o
terriblemente mutilados o trasladados a lugares remotos y aislados, las mujeres
y niños eran apresados y se les incorporaba a las familias y a la sociedad de
los capturadores. El proceso de deshonra podía, en el caso de las mujeres,
combinarse con el acto final de dominación masculina: la violación de la
cautiva. Si una mujer había sido capturada con sus hijos, se sometería a
cualquier condición que le impusiera sus apresadores con tal de asegurar la
supervivencia de los niños. Si no tenía hijos, la violación o el abuso sexual
la dejarían al cabo de poco embarazada, y la experiencia demostraría a los
apresadores que las mujeres soportarían la esclavitud y se adaptarían a ella
con la esperanza de salvar a sus hijos y mejorar al final su suerte.
A cada pueblo le llevará su tiempo percatarse de que se
podía reducir a la esclavitud a los seres humanos y controlarlos por otros
medios distintos a la fuerza bruta. Orlando Patterson describió algunas de las
medidas a través de las cuales las personas libres se convertían es esclavas:
“Los eslavos eran personas a las que se había deshonrado de forma generalizada…
El esclavo no podía tener honor a causa de origen de su estatus, la indignidad y
la presencia constante de su deuda, la ausencia de cualquier tipo de existencia
social independiente, pero sobre todo porque él no tenía ningún poder si no era
a través de otra persona” Uno de los aspectos de este proceso de deshonra es
cortar los lazos con la familia: “El rechazo formal a reconocer las relaciones
sociales del esclavo tuvo profundas implicaciones emocionales y sociales. En
todas las sociedades esclavistas las parejas de esclavos podían ser y eran
separadas por la fuerza, y las esposas que los amos aprobaban para los esclavos
eran obligas a someterse sexualmente antes a ellos; los esclavos no tenían la
patria potestad ni autoridad sobre los hijos, y éstos no heredaban derechos ni
obligaciones de sus padres”
Con el típico enfoque androcéntrico, Patterson incluye a
las mujeres esclavas bajo el genérico “él”, hace caso omiso a la prioridad
histórica de la esclavización de las mujeres y por ellos descuida la importante
diferencia implícita en la manera en que hombres y mujeres experimentan la
esclavitud.
La mulata de Diego Velázquez |
El efecto que tenía sobre los conquistadores la violación
de las mujeres apresadas era doble: las deshonraba a ellas y, por implicación,
suponía una castración simbólica de sus hombres. Los hombres de sociedades
patriarcales que no pueden proteger a la pureza sexual de sus esposas, hermanas
e hijas con verdaderamente impotentes y quedan deshonrados. La práctica de
violar las mujeres de un grupo conquistado ha seguido siendo un rasgo
característico de las guerras y las conquistas desde el segundo milenio a. c.
hasta el presente. Constituye una práctica social que, igual que la tortura de
los prisioneros, se ha resistido al “progreso”, a las reformas humanitarias y a
las más sofisticadas consideraciones del orden ético y moral. Creo que se debe
a que se trata de una práctica incorporada y básica en la estructura de las
instituciones patriarcales, siendo inseparables de ellas.
El verdadero concepto del honor para los hombres
personifica la autonomía, el poder de disponer de uno mismo y de decidir por
uno mismo, y el derecho a que los demás reconozcan esa autonomía. Pero las
mujeres, bajo el régimen patriarcal, no disponen de sí mismas ni deciden por sí
solas. Sus cuerpos y sus servicios sexuales están a disposición de su grupo de
parentesco, de sus maridos, de sus padres. Las mujeres no poseen derecho a
tutelar ni tienen autoridad sobre sus hijos. Las mujeres no tienen “honor”. El
concepto de que el honor de una mujer reside en su virginidad y en la fidelidad
de los servicios sexuales a su marido no estaba completamente desarrollado en
el segundo milenio a. c. Pienso que la esclavitud sexual de las mujeres
cautivas fue en realidad el primer paso hacia el desarrollo y la elaboración de
instituciones patriarcales, tales como
el matrimonio patriarcal, y su ideología concomitante de depositar el “honor”
femenino en la castidad. Al experimentar con la esclavitud de las mujeres y los
niños, los hombres aprendieron que todos los seres humanos poseen la capacidad
de tolerarla, y desarrollaron las técnicas y formas de esclavización que les
permitirían transformar su absoluta dominación en una institución social.
Factores biológicos y culturales predispusieron a los
hombres a esclavizar a las mujeres antes de haber aprendido a cómo esclavizar
otros hombres. El terror y la coacción física, ingredientes esenciales en el
proceso de transformar personas libres en esclavos, adoptaron en el caso
femenino la forma de la violación. Se les sometía físicamente por medio de la
violación; una vez embarazadas quedarían psicológicamente ligadas a sus amos.
De ello derivó la institucionalización del concubinato, que pasó a ser
instrumento social gracias al cual se integraba a las cautivas dentro de las
casas de sus apresadores a los que, de este modo, aseguraban no sólo sus leales
servicios sino también los de su descendencia.
Todos los historiadores que han escrito sobre la esclavitud
describen el uso sexual de las esclavas. Robin Links, resumiendo los
conocimientos históricos existentes sobre el tema, declara que: “el libre
acceso sexual a las esclavas las separa de todas las demás personas tanto como
su clasificación jurídica de que son propiedad de alguien” las esclavas
babilonias podían se alquiladas como prostitutas a un precio fijado, a veces al
propietario de un burdel, a veces a clientes privados, y el amo se quedaba con
el pago. Esta práctica estaba extendida por todo Próximo Oriente, Egipto,
Grecia y Roma, durante la antigüedad: de hecho, en cualquier lugar donde
existiera la esclavitud. las esclavas jóvenes proveyeron de personal los
burdeles y llenaron los harenes del mundo antiguo. La práctica de utilizar a
las esclavas de sirvientas y objetos sexuales pasó a ser el modelo para la
dominación de clase sobre las mujeres de todos los períodos históricos. Se
esperaba que las mujeres de las clases subordinadas (siervas, campesinas,
trabajadoras) que sirvieran sexualmente, tanto si querían como si no, a los
hombres de la clase alta. El droit du
seigneur feudal, el derecho a la primera noche, que pertenecía al amo que
había concedido a su siervo el permiso para casarse, no hizo más que
institucionalizar una práctica que ya estaba establecida. El abuso sexual de
las jóvenes sirvientas por parte de sus amos es un tema constante en toda la
literatura europea del siglo XIX, incluidas la Rusia zarista y la Noruega democrática. El
uso sexual de las mujeres negras por cualquier hombre blanco fue característico
asimismo de las relaciones raciales en los siglos XVIII y XIX en E.U., pero
sobrevivió a la abolición de la esclavitud y se convirtió, entrando ya en el
siglo XX, en uno de los rasgos de la opresión de razas y clase.
Tomado de:
LERNER, Gerda (1986): La creación del patriarcado. Ed.
Crítica, pp. 122-140.
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